Casa Bellota, un mix que combina con éxito la cuchara, los ibéricos, el arroz y las carnes



Rememorar la recia figura de un señor escandinavo con acento cateto del que todavía me acuerdo bien, apellidarse Gröninger y ser el dueño de un bar de pueblo que se llamaba La Mula -poético que era el danés- debería obligar por inercia a analizar con detalle la vieja tradición de mestizajes sin la que no podría entenderse la industrialización de la provincia malagueña. Y si exceptuamos el acento cateto y le damos una pátina de verbo correcto, algo parecido le ocurre al empresario Gregorio Carnevali van Dulken (Málaga, 1975), un hombre avispado que abrió hace apenas dos años el restaurante Casa Bellota en pleno centro de la capital andaluza y cuya tarjeta de presentación compone por duplicado un excelente ejemplo de lo que significó en el siglo XIX aquella inclusión de emprendedores ingleses, franceses, holandeses, italianos, irlandeses, alemanes o suizos en el árbol genealógico de las familias de la alta burguesía local.

También parece obvio asegurar que este restaurador ha heredado por vía directa el espíritu guerrero de otros foráneos que llegaron a España con la simple intención de liarse a tiros contra las tropas napoleónicas para afinar después la puntería en los negocios. A Gregorio, ciertamente, le gusta atrincherarse en la primera línea de ataque del dolorido ejército hostelero, e incluso parece que, poquito a poco, va venciendo a la pandemia en varios frentes. 






Carnevali apretó hace ya una década el botón de arranque con la apertura de un negocio franquiciado de formato dinner norteamericano que se denominó Peggy Sue. El local, que representaba muy fielmente la estética de los bares juveniles estadounidenses de los años cincuenta, acumuló muchos éxitos iniciales, pero la altísima concentración de establecimientos hosteleros al amparo de la progresiva peatonalización del centro histórico de Málaga y las secuelas de la profunda crisis de 2007 complicó mucho la tarea. 

Pero las ganas no se pierden nunca si el desánimo no entra jamás en el vocabulario de la propia personalidad. En mayo de 2018 Gregorio Carnevali inauguró finalmente Casa Bellota con la saludable intención de centrarse esta vez en la cocina netamente española con guiños específicos a la gastronomía malagueña. Para la ocasión se logró captar el interés de Mariano Rodríguez (Málaga, 1974), un chef que ha aprendido mucho de aquellos jefes que le tocaron en suerte -entre ellos, Javier Hernández, de El Candado- y que ahora tiene la oportunidad de desplegar su experiencia en una carta bien equilibrada, ajustada, honesta y sin pretensiones rimbombantes. Pura materia prima y una oferta sugerente, punto.

Recomendaciones

No hay que olvidar que Casa Bellota ha apostado con acierto por ceñirse a un excelente mix de cuchareo, arroces, ibéricos y carnes, pero también habría que recordar con justicia que los entrantes y las ensaladas cubren muy bien su papel de acompañantes idóneos. 







Los jamones de bellota y castaña (13 euros la media ración), la presa ibérica de idéntica alimentación (13 euros), el queso viejo de oveja (7 euros la media ración), el de oveja trufado (8 euros), el gazpachuelo (6 euros la media ración), la sopa de cebolla (5 euros la media ración) o la ensalada verde con queso de cabra payoya y vinagreta de pistachos (9,5 euros) aseguran siempre un dignísimo inicio antes de optar por algún arroz de banderín como los de gambas y setas (15 euros pax), el ibérico (15 euros pax) o el arroz especial Casa Bellota con fondo de verduras, presa de angus, entrañas y tiras de ibéricos (16 euros por persona). 

En cuanto a las carnes, esenciales la carrillada ibérica caramelizada con puré de patatas (16 euros), el san jacobo de 650 gramos con jamón ibérico y queso manchego (20 euros) o el entrecot de vaca con 40 días de maduración (22,5 euros), aunque en su corta lista de propuestas marinas son altamente recomendables el bacalao frito con salsa de tomate (15,5 euros) y el pulpo a la tártara con col lombarda (14 euros). En la relación de postres me quedo con dos: La leche frita (5 euros) y la tartita fina de manzana con helado de turrón (5,5 euros). 

Un sitio de estética agradable, ambiente acogedor, raciones generosas y platos principales de lograda elaboración. No me sea vago y muévase del sofá.

Casa Bellota

Calle Molina Lario, número 4. Málaga (centro histórico, a 100 metros de la catedral).

Teléfono: 648 066 295.

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