Mesón Astur, el éxito de una pareja que llegó sin nada y abrió un negocio que ahora cumple 20 años



Abrir un negocio hostelero al lado de una mina tiene más riesgo que plantarse con un chuletón en el patio de una perrera. Y no solo por las posibles explosiones o el mordisco en el peroné. La larga reconversión de la minería asturiana y el demoledor desempleo que ha afectado a miles de esos valientes que se meten desde un pozo hasta el mismo páncreas de la tierra acabaron por hacer el resto. Cerrar su chigre (típico establecimiento asturiano donde se expende o bebe sidra) y buscarse la vida de inmediato fue todo a la vez, pero Eduardo Terente (1971) también lo hizo de golpe. El ovetense -para los de la Logse, natural de Oviedo- echó mano de un grupo de cinco viejos amigos malagueños que le prestaron el dinero para abrir en una callecita de la capital de la Costa del Sol algo muy parecido a lo que regentaba en el Principado pero cambiando drásticamente el acento de la clientela. Y la aventura le salió bien. Acompañado en la emigración por su novia de siempre, Ana Belén Escandón, con la que incluso se casó en Málaga en 2009 sin intención de celebrarlo mucho más al norte, lo primero que hizo Eduardo el mismo día de la inauguración del ya emblemático Mesón Astur fue colgar de una pared un cuadro pequeñito con los nombres y apellidos de sus cinco generosos amigos, empezar a escanciar sidra con esa característica posición de arquero que dispara al suelo e idear una carta sencilla de apenas una quincena de platos de la región que le vio nacer. De eso hace ahora justamente 20 años, a finales de febrero de 2001. 




Pero qué platos y qué precios. El matrimonio asturiano lo tenía muy claro desde el principio y apostó por el equilibrio entre la sencillez que aporta un lugar de estética humilde (yo le digo a Eduardo que parece el almacén de un galeón español) y la complejidad de preparar una oferta culinaria que nunca presenta altibajos, siempre con ese mismo sabor rotundo, honesto y sugerente que suele acabar en fidelización incondicional. Convertido en un lugar bullicioso, alegre, de apabullante informalidad, heterogéneo y absolutamente idóneo tanto para picar un poco como para ponerte hasta las orejas, el Mesón Astur propone al menos cuatro platos imprescindibles en los que yo me centro cada vez que empujo la puerta. Media ración de una estupenda fabada (9,40 euros), otra media de su fantástico pastel de cabracho (8 euros), una tercera de escalopines al cabrales (8 euros), un revuelto de morcilla y patatas (10 euros) y una botella de sidra (5,5 euros) para darle chispa al asunto. Con eso te da para repartir entre dos o tres personas, pero si la cosa va de almuerzo vikingo, encargue un día antes un cachopo de un kilo (23 euros) y añada a la lista unos chorizos a la sidra (9,5 euros la ración). Eso sí, recuerde que usted es español y que no sale a la calle embutido en un casco con dos cuernos. Bueno, mejor lo dejo. Dirección. Mesón Astur. Calle Capitán, número 3. Málaga. Teléfono: 952 226 907. 

Javier Sánchez/7/marzo/2021



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