Amador Fernández, el chef malagueño al que se rifan los árabes con pasta gansa

Una cláusula de confidencialidad le impide decir para quién trabaja, en qué yate va a cocinar y dónde duerme en cada atraque, aunque unos pocos sí que saben cuándo se van a pegar el atracón. Convertido en chef de poderosos empresarios árabes que intentan repartírselo como si fuera una cabra, Amador Fernández van Vlijmen nació en Málaga en 1976, de elegante padre madrileño, madre artista de origen holandés y mujer canadiense y muy vitalista, así que lo único que le faltaba a este hombre para tener una nacionalidad difusa es pasarse varios meses en cualquier parte del mundo. Al menos ha recorrido 40 países en los últimos siete años acompañado de su santa esposa (una menuda pero enérgica jefa de sala) desde que le reclamaron con insistencia para encargarse de los fogones del barco de un señor egipcio -ni idea de cómo se llama- que también parece ser un auténtico virtuoso de las inversiones turísticas, pero Amador no se queja. De qué va a quejarse, digo yo.

De vuelta a Málaga, este chef que empezó a despuntar muy joven acaba de regresar a su base de origen en el hotel familiar Villa Guadalupe, una especie de mirador más que hotel que está más en el campo que en la ciudad y que es más chalet que alojamiento convencional, pero que guarda unas vistas excepcionales de la urbe y donde se come de fábula. Y no es un cuento. No hay que olvidar que hace apenas unos días la plataforma de usuarios TheFork (El Tenedor, en inglés), con más de 60.000 negocios en cartera, eligió su restaurante (Amador) como uno de los tres mejores de la Costa del Sol. Cerrado el hotel hasta la primera semana de febrero después de un buen verano y un último trimestre de altibajos víricos, Fernández prepara ahora la carta para la reapertura, y parece que eso de estar por ahí como un conejo silvestre le ha dado muchas ideas para concebir platos más étnicos, más originales y más coloristas pero sin perder nunca la esencia mediterránea. 

La carta es tremendamente sugerente, con propuestas bien concebidas que apuestan por animar los productos con ensamblajes espontáneos, de enorme naturalidad sin que chirríe nada, mientras que los precios están igualmente ajustados. No les voy a petardear con muchos consejos, pero sí quiero hacerles una proposición formal después de probar un poquito por allí y un poquito por acá. Arranque con una ensalada de presa ibérica ahumada, salmorejo de aguacate y vinagreta de tomate (13,5 euros) para continuar con un foie con emulsión de manzana granny smith, pan de jengibre y perlas de manzana al oporto (12,5 euros). Y después suéltese los pelos como un hippie. Magníficos el arroz negro servido con sepia y gambones (32 euros, dos personas) y la suprema de salmón al horno de carbón con un glaseado de miso y naranja y semillas tostadas (18,25 euros). De postre, un brownie de oreo servido con sopa de chocolate blanco y helado de vainilla (6,75 euros) le dejará más a gusto que un ruso lanzando insultos en la frontera con Ucrania. Hágame caso. Dirección Restaurante Amador, hotel Villa Guadalupe. Urbanización El Atabal, calle Bandaneira, número 6. Málaga. Teléfono: 952 432 862.

Javier Sánchez/30/enero/2022




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