La Abacería de Cantarrana pone de moda sus camperitos con una copa de vino de Málaga

Chuski, proski, crispi o trosky. Da igual. Cientos de hosteleros de toda España suelen poner nombre a sus bocadillos especiales para diferenciarlos de los demás, pero la mayoría de ellos no deja de parecer el apodo del gato. Hasta ahora. Y es que acabo de descubrir unos panes rellenos que son magníficos y que aluden directamente a un bocadillo muy malagueño que en este lugar es versionado con estudiada ambición. La Abacería de Cantarrana, un pequeño establecimiento situado en pleno casco histórico de Málaga, tiene toda la pinta de poner de moda rápidamente sus camperitos (derivados de los famosos camperos) con una lista de ocho opciones que tocan todos los palos.

Abierta poco antes de la pandemia, cerrada de inmediato por el virus y reabierta hace apenas dos meses con una reforma integral planteada después del confinamiento tras observar los nuevos hábitos del consumidor, La Abacería de Cantarrana propone bocadillos y tostas tan elaborados que los hay de gambas al pil pil (4 euros), de pastrami con salsa de mostaza verde y queso (4,5 euros), de cabezal de lomo, queso y mayonesa de jugo de carne y especias (4 euros), de chivo lechal con toque árabe (6 euros) e incluso de tartar de atún rojo picante con huevo de codorniz (8 euros) para acompañarlos siempre con un vino de Málaga, una combinación que ha cautivado ya a decenas de clientes en apenas unas semanas. Tampoco hay que olvidar que en este lugar recoleto el 70 por ciento de las referencias de vino pertenece a la denominación de origen provincial (19 de un total de 30), lo que lo convierte además en uno de los principales promotores de esta D.O.

Gestionada por los hermanos Frutos (Javier y Daniel), La Abacería de Cantarrana ha dividido su carta en cuatro secciones (para abrir boca, charcutería, ahumados y camperitos) con la intención de facilitar la elección y determinar sin contratiempos las bases del tapeo nacional, aunque también se puede hinchar de lo lindo sin necesidad de entrar después en ningún otro sitio. Unos mejillones en escabeche de José Peña (9 euros), una estupenda ensaladilla rusa con ventresca (6 euros), una paletilla ibérica de Dehesa de los Monteros con tomate rallado y virgen extra (16 euros, 80 gramos), una selección de quesos con membrillo y pasas de Málaga (14 euros) o un tartar de salmón ahumado Domínguez con mayonesa de mostaza y encurtidos (10 euros) le harán más feliz que a Tarzán colgado de una liana. Y si usted no tiene fondo y quiere seguir comiendo en casa, no olvide que aquí también se vende todo lo que descubra en sus estantes. Por eso se llama como se llama. Dirección. Calle Sánchez Pastor, número 7. Málaga. Teléfono: 680 839 365.

Javier Sanchez/29/septiembre/2021

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