Siete sitios donde comer bien mientras el virus nos dé la cena/Agenda de la semana


Restaurante Ocho. Se llama Ocho como podía llamarse 10, porque la cocina de este establecimiento recoleto e intimista es más que notable. Considerado desde que abrió sus puertas uno de los mejores argentinos de toda la Costa del Sol, la elaboración de cada propuesta gastronómica, el acogedor entorno y el impecable servicio te alientan a sentarte aquí un par de veces al año, o una veintena, porque su céntrica ubicación te obliga muchas veces a pasar cerca del local y los olores que surgen desde dentro son adictivos. Es como escuchar al flautista de Hamelín y tener que seguirle por narices dando saltitos. Con una referencia pasmosa de empanadas argentinas originarias de distintas zonas de ese país, la cordobesa (ternera picada, cebolla blanca, patata, zanahoria, huevo duro, aceitunas, pasas de uva, pimentón, comino, ají dulce y una pizca de ají picante, 5 euros la unidad) o la empanada tucumana (matambre cortado a cuchillo, cebolla blanca, cebolla de verdeo, huevo duro picado, pimentón, comino, ají dulce y una pizca de ají picante, 5 euros la unidad) están para morirse sin necesidad de darle un disgusto a la familia. Y después están las carnes que acaban por rematarte. Qué más da cascarla en estas circunstancias. Imprescindibles las mollejas a la plancha desglasadas con limón (11 euros), el ojo de bife (medio kilo, 45 euros), el bife de cuadril (400 gramos, 32 euros), el asado de tira (400 gramos, 32 euros) o el vacío (300 gramos, 24 euros). De solo escribir el recetario me apetece volver ahora mismo, ya ven. Dirección. Calle Pedro de Toledo, número 2 (zona casco histórico, a cien metros de la catedral).  Teléfono: 654 90 19 44.


Araboka. Antes se llamaba Eboka y ahora Araboka, pero puede llamarse como le dé la gana porque este es uno de los grandes lugares de restauración integral, con una estupenda cocina y una sumillería fuera de lo común. Y si algún día le ponen el nombre de Manoli la Cantaora, la gente seguirá viniendo en tropel. De estética a mitad de camino entre lo preciosista y lo nouvelle -sin llegar nunca a ser tan cargante como Napoleón vestido de emperador-, este negocio mantiene inalterable el concepto culinario de herencia con apuntes de innovación, pero sin tener que explicarle a la clientela qué es eso que hay en el plato. Sabores, texturas y presentación fantásticamente concluidas que pueden acompañarse con cerca de 300 referencias de vino (cuidado, no las pruebe todas porque seguro que después no encuentra la puerta). Ahora mismo les aconsejo que prueben el tartar de salchichón de Málaga de Pachu (el chef Pachu Barrera fue el primero que elaboró este plato hace ya una década), las gambas de Motril maceradas (12 euros), las alcachofas naturales con chopitos e ibérico (18 euros), los puerros asados con salsa romescu (16 euros), la tarantella de atún rojo encebollado (18 euros) y la pluma ibérica con castañas marinadas (19 euros). Sí, efectivamente, castaña que tiene la cosa. Esencial pasarse por aquí si quiere presumir de conocer a fondo la nueva hostelería malagueña. Y si no lo hace, no hable mucho. Dirección. Calle Pedro de Toledo, número 4. Málaga. Tele: 952 124 671.




Florida Huelin. Tres buenos chefs en un mismo establecimiento te pueden dar una idea del sitio, de la diversidad de su carta y de la perspectiva plural de unas propuestas que juegan a divertir, asombrar o las dos cosas a la vez. Experimentados en la cocina tradicional y de mercado con guiños sabrosísimos a la creatividad particular, este negocio se ha convertido en uno de los banderines de enganche del barrio donde se sitúa (tan cerquita del mar que, si le das una patada al balón, lo mismo matas a un rodaballo). La carta del Florida Huelin es lo suficientemente corta para facilitar la elección de los platos pero tan larga como para suspirar varias veces durante el almuerzo. De estética alegre y soleada y una clientela que abarca todas las edades, el restaurante ha ganado mucha popularidad gracias a media docena de elaboraciones irrepetibles. Ahí están los fantásticos mejillones Machete (10 euros) que cuentan con una lista de seguidores más larga que la de Beyoncé, pero tampoco habría que perderse los abundantes nachos made in Huelin (aguacate, crema agria, pico de gallo, mix de quesos, jalapeños, cilantro y lima sobre totopo, 9 euros), los fideos tostados de carabineros o presa ibérica (21 euros, tan generosos que sacian a dos o tres personas de una tacada), las alitas koreanas en salsa haisin (8 euros) o unas patatas bravas que son realmente bravas pero muy distintas de las convencionales. Acabe con una tarta de zanahoria o con la lemon pie (5,5 euros) y después me cuenta cómo le ha ido la cosa. Dirección. Calle Pacífico, número 5. Málaga. Teléfono: 667 912 080.




El Descorche. Ya lleva década y media abierto, pero yo lo acabo de descubrir. Una injusticia como otra cualquiera, porque este establecimiento merece muchísimo más que lo que han escrito de él unos medios de comunicación obsesionados con los michelines (las estrellas, no las mollas). El Descorche mantiene una estética mesonera en un espacio chiquito pero matón, porque la algarabía de su carta hay que festejarla a lo grande por su honestidad, el tratamiento del producto, la abundancia de las raciones y unos precios enormemente asequibles. Situado en el corazón de Fuengirola, el concepto de su cocina es tan honesto y reconocible que la visita resulta obligada por lo gozosa. Sus estupendos platos de cuchara (sopa castellana, arroz caldoso, callos con garbanzos o papas con choco) se sirven a precios ya olvidados (4,5 euros), mientras que los menús del día (primero, segundo, bebida y postre) no pasan de los 11,5 euros. Ibéricos de bellota, las chacinas artesanales, la tempura de verduras con gambitas (8,5 euros), sus famosos flamenquines, las sabrosas tostas saladas, el excelente pulpo braseado con mayonesa de lima (11,9 euros), el bacalao rebozado con pipas de calabaza o sus postres caseros se ofrecen en distintos formatos, así que la factura siempre presentará mucha contención en unos momentos en los que se agradece una buena comida y un vino dignísimo al alcance de la menguante cartera. Ya lo he situado en el listín de mis preferidos de la localidad de Fuengirola, y yo no coloco a cualquier matao, ojo. Dirección. Calle San Antonio, número 15. Fuengirola (Málaga). Teléfono: 951 261 045. 




Beluga. Este restaurante supuso el inicio de la recuperación de la céntrica plaza de las Flores, que antes era un auténtico patatal y ahora, casi un campo petrolífero. Muy ecléctico, de diseño funcional y terraza amplia, la prolongada relación de arroces de Beluga -que roza la veintena- le proporcionó originalmente el empuje necesario para diversificar después una carta generosa, apetecible y bien equilibrada que facilita en cada estación una elección idónea. O lo que es lo mismo, no se vaya usted a comer la cabeza y empiece por comerse las sugerencias del otoño antes de que llegue el invierno. Entre las novedades de este tiempo se incluyen los fenomenales níscalos con yema curada y espuma ahumada (17 euros), el arroz meloso de trompetas de la muerte y pato (20 euros), el huevo roto con angula de monte y trufa de otoño (18 euros) y las almejas de carril con salsa de fabes y piparras fritas (18 euros). Zúmbese después un canelón de calabacín con cóctel de mariscos y hueva de trucha (18 euros), coloque en el centro de la mesa un pulpo frito en corteza de cerdo, tartar de aguacate y cacahuete al curry (18 euros) y, finalmente, distribuya con justicia alguna propuesta de su imponente arrocería (uno de mis favoritos es el arroz con pato, calabaza y foie, 20 euros). Si pasa de mí olímpicamente, pruebe alguna de sus tres óptimas fideuas. Este lugar es además uno de los pocos que hoy, con esto de la puñetera pandemia, te regala un ambiente bullicioso. Dirección. Plaza de las Flores, número 3. Málaga. Teléfono: 952 214 253.




La Antxoeta. Un lugar de culto en Málaga capital, aunque tampoco hace falta rezar para que el almuerzo salga bien. Aquí todo sale bien, punto. En esta ocasión hablamos de otro binomio (cocina y sala) sin imperfecciones y cargada de virtudes ejemplarizantes que aseguran una magnífica comida en un ambiente acogedor y sin estridencias presuntuosas. Y mira que aquí pueden presumir de muchas cosas. Una cocina de fusión sencilla y concisa que gira alrededor del producto de proximidad te permite disfrutar como un enano (mi más sincera disculpa a los enanos) sin necesidad de analizar cada oferta con una lupa y un diccionario. Honesta, fresca, original pero reconocible y de sabores intensos y bien definidos, la carta de La Antxoeta se lee en un pispas, pero también te lo pone bastante difícil. Muchas cosas buenas en muy pocas líneas, aunque yo me voy a arriesgar más que Bruce Willis en una película de árabes. Absolutamente imprescindibles las ostras con bloody mary (4,95 euros la unidad), el risotto con erizo de mar (19 euros), los canelones de Maruchi con bechamel de boletus (5 euros la unidad), el tartar de lubina con rabanitos y crema de boniatos (20 euros), el corzo con tatín de sobrasada (24 euros), la lubina salvaje con tirabeques (24 euros), la Pavlova versionada (6,5 euros) o la sopa de chocolate blanco con sorbete de mandarina y tierra de café. Toda una experiencia, todo un restaurante. Dirección. Calle Barroso, número 7 (barrio del Soho). Málaga. Teléfono: 951 956 192. 




Mesón La Tralla. Uno de esos lugares chiquitos que se hacen grandes al primer bocado. Familiar, de estética muy agradable, maderas acogedoras y barra puramente ibérica (con sus parroquianos hablando de fútbol, toros y de otras cosillas, los muy fantasmas), este mesón lo descubrí hace un par de años en uno de esos recorridos por la popular y personalísima barriada de la Carihuela, en Torremolinos. Particularmente lo sitúo entre mis favoritos de ese municipio costero gracias a una cocina tradicional de elaboración muy mimada y poco convencional respecto a la hostelería puramente marinera de la zona. El origen salmantino de su dueño tiene mucho que ver en la composición de la carta, eso está clarísimo, aunque su lógica querencia por las chacinas castellanas (traídas expresamente de allí) también pueden dar paso a los arroces, los asados y los fritos artesanales. Las manos del chef son casi divinas para esas especialidades, mientras que la sala es ágil y amable, casi cariñosa pero sin besarte. Regados por vinos de casi todas las D.O., los platos de La Tralla son generosos, de presencia sugerente y sabores contundentes que te invitan a repetir, aunque no vaya usted a pasarse. Si quiere quedarse más a gusto que un biólogo en un acuario, le aconsejo un buen jamón de Guijuelo, unos canelones de confit de pato, un pulpo a la brasa (19 euros) o un rabo de toro (15 euros), un arroz caldoso con bogavante (19 euros pax) y una tarta casera de caramelo (y por encargo, excelentes cochinillos y corderos). La cuenta para dos personas bien saciadas no suele sobrepasar los 60 euros, vino incluido. Oiga, para tenerlo en cuenta. Dirección. Calle Bulto, número 24. Torremolinos (Málaga). Teléfono: 952 370 156.

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