El Figón de Montemar, la cocina regional española mejor resuelta de la costa


El lenguaje culinario me ha despistado siempre. Hay tabernas que no lo son, mesones que no cumplen con los preceptos pero que, eso sí, tienen mesas muy grandes, gastrobares que son más bares finos que otra cosa y restaurantes gastronómicos que aún no sé qué es eso, porque nunca he entrado en un restaurante donde te ofrezcan tornillos. La acepción de la palabra figón no puede ser más clara (lugar sencillo donde se sirven alimentos), y eso es precisamente el Figón de Montemar, un negocio que abrió en 1997 con humildad y que, poquito a poco, le ha ganado la partida a esos gourmets que colocan nombres para presumir de academicismo pero que después regresan a estos negocios con la intención de comer como lo hacían antes, sin más chorradas.

El Figón de Montemar mantiene a raya su propia calificación, la cumple a rajatabla sin más ínfulas y además lo hace con el orgullo de saber que las cosas se hacen aquí muy bien. Quizá extraordinariamente bien. Por eso lo recomienda la guía Michelín desde hace más de una década y recibió el pasado enero el premio al mejor restaurante de cocina tradicional de la Academia Gastronómica de Málaga. No obstante, ha preservado durante los últimos 23 años una carta honesta, diversa, equilibrada y de productos frescos que no engañan a nadie. Unos cogollos de Tudela son unos cogollos de Tuleda, punto, y los pimientos de piquillo rellenos de bacalao con salsa vizcaína efectivamente están rellenos del mejor bacalao. Sin más, o nada más y nada menos. 


La fórmula del éxito de este local es simple pero complicada a la vez: Trabajar como borricos con el máximo cariño en cada elaboración sin perder de vista la transparencia de unos platos del viejo recetario que no son alterados con innovaciones estridentes, aunque sí se apuntalan con actualizaciones discretas y resueltas magníficamente.  

Isabelo Garrido (Cádiz, 1956) y su mujer, Manuela Espartal, igualmente gaditana, constituyen una de esas parejas de toda la vida que un día decidieron a la vez apostar por un proyecto de vida que se han repartido con evidente eficacia. Ambos se dividen las tareas con organización teutónica para después multiplicarlas en sabores, texturas, olores y presentaciones netas, limpias, sin añadidos que puedan sobrar. El resultado es un portento de pureza regionalista y exacta austeridad que te hacen recordar inevitablemente los grandiosos platos que tu madre te ponía delante cuando llegabas del colegio con más hambre que un pastor alemán. 
Ahí reside la esencia del Figón de Montemar, en la contundencia sin boato, en los acompañamientos cargados de matices reconocibles y en una selección acertada de los fogones españoles que ofrecen finalmente esa sensación agradable de saber que la elección del sitio ha sido la correcta.




Recomendaciones

El Figón de Montemar fue ampliado en 2007 y ahora dispone de dos espacios que te permiten disfrutar de la sala original, de estética rústica, y de una nueva zona exterior luminosa y acristalada que se sitúa junto a una amplia terraza con vistas a los extensos jardines de la urbanización Eurosol, de Torremolinos. Así que cualquier estación tiene su silla.
Las croquetas de jamón ibérico o bacalao (10 euros) y las delicias de calabacín (10 euros) son dos buenas formas de empezar antes de lanzarse a por una ensalada Figón (lechuga, tomate, cebolla, maíz, aguacate, kiwi, endivia, remolacha, espárragos, palmitos y atún, 8 euros). Y después, ancha es Castilla. Excelentes el revuelto de gulas y setas (12 euros), el tarantelo de atún (24 euros), el tartar de solomillo de ternera (24 euros), el bacalao Figón (a la brasa con rehogado de ajitos fritos y guindilla, 19 euros) el solomillo al foie y reducción de pedro ximénez (25 euros), las mollejas de cordero (14 euros) o el óptimo rabo de toro (16 euros).
Si a estas alturas todavía no le he convencido por completo de la sugerente obligación de comerte España de arriba abajo, este texto habrá sido un fracaso memorable. 

El Figón de Montemar
Avenida Carlota Alessandri, numero 101/103
29620 Torremolinos, Málaga.
Teléfono: 952 37 26 88
Cierra los lunes.


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