El Chinitas reforma su carta e incluye tres contundentes menús degustación


La esencia hostelera puramente malagueña se transparenta a la perfección en el popular triplete que configuran los establecimientos El Pimpi, el Chinitas y la Antigua Casa de Guardia, donde aún se respira a pleno pulmón el espíritu viejo de una ciudad que ya no es la misma pero que sigue mirando hacia atrás para presumir con la boca abierta de las raíces que aún permanecen intactas entre tanta modernidad, tanta ambigüedad culinaria y tantas franquicias impersonales. 

Y ciertamente en medio de esta glosa se sitúa el restaurante Chinitas, un negocio que lleva 33 años abierto pero que en la memoria de los malagueños podría haber cumplido ya un siglo porque su espíritu también es el de aquella ciudad folclórica, alegre, cosmopolita y de caballeros y damas de grandes familias que forjaron un estilo singular de concebir los protocolos del bebercio y el manduco antes de irse a casita haciendo eses.  

El Chinitas acumula tanta historia en algo más de tres décadas de existencia que incluso su intrahistoria coincide con otros hechos que la sociedad más vivida aún no ha conseguido olvidar. El mismo día de su inauguración, el 6 de abril de 1987, cerró definitivamente el emblemático bar La Alegría y desapareció el joven David Guerrero, más conocido como el 'niño pintor', del que nunca más se volvió a saber nada. Pero entre cierres y desapariciones, el Chinitas se ha mantenido abierto sin desaparecer jamás de los hábitos, el recuerdo y el anecdotario de los ciudadanos que residen en la capital de la Costa del Sol y que ya han sobrepasado la media centuria. O por ahí. 

Fue José Sánchez Rosso (Cortes de la Frontera, Cádiz, 1936) quien le puso las puertas a este restaurante con cierta nostalgia de abandonar la venta de tejidos pero muy ilusionado por gestionar un local anexo a su negocio que llevaba una década criando malvas. Nada más hacerlo compró un libro de honor que estrenó poco después el Nóbel de Medicina Severo Ochoa. Sería el primero de una legión de personajes públicos que han firmado aquí antes de confirmar su pertinaz enamoramiento por este lugar donde el cómico Chiquito de la Calzada escogió pronto su mesa preferida para no abandonarla jamás. Allí mismo incluso se le ha colocado un busto al genial humorista. 

Ahora que el fundador del Chinitas se sienta con tranquilidad en la terraza de este local para observar el tránsito de otras generaciones es su hijo Angel Sánchez Rosso (Málaga, 1971) el que se ocupa del cotarro de un enclave que rebosa esa solera colorista que prácticamente se ha disuelto en el casco histórico de Málaga con la llegada de decenas de inversores que apuestan por el drástico ocaso de la hostelería clásica. 



Pero Ángel tiene recursos para darle la vuelta a la tortilla sin que cuaje malamente. En los últimos años se ha dedicado a reformar su carta sin retocar lo más mínimo la atractiva estética de la sala central ni de los cinco salones privados que se distribuyen en los pisos superiores. Eso sí, la oferta gastronómica es ahora mucho más amplia (unos ochenta platos) y toca todos los palos, desde el pescaíto frito (fritura malagueña, 16 euros) a los arroces (magnífico el caldoso con bogavante, 22 euros la ración), desde los revueltos a los platos de cuchara rotatorios (estupendo el gazpachuelo de los viernes, 7 euros) desde la pata de cordero, el cochinillo lechal o el chivo malagueño por encargo (22 euros) a los singulares entrantes (sorprendentes los calamares rellenos de rabo de toro, 14 euros), las ensaladas, los embutidos o los pescados y mariscos. 
Pero vamos a hablar ahora de la nueva vuelta de tuerca a una carta que concentra un excelente producto a precios muy asequibles.


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Al lío. La gran novedad culinaria del Chinitas viene de la mano de tres imponentes menús degustación que se sirven en formato de tapas abundantes y que mantienen un precio muy contenido que incluso podría calificarse de chupao para casi todos los bolsillos. 
El primero de ellos incluye jamón ibérico de bellota con pan y tomate, brocheta de langostinos con jamón y pimiento de Padrón, jibia con garbanzos, carrillada ibérica con crujiente de patatas y tiramisú al Tía María (todo por 20 euros).




El segundo menú lo conforman unas tortillitas de camarones, calamar relleno de rabo de toro, pulpo con gulas, bacalao a la riojana, presa ibérica al vino tinto y tarta de Santiago (36 euros), mientras que el tercero propone las tortillitas de camarones, croquetas caseras de langostinos, matrimonio de almejas y mejillones, gambas frescas a la plancha, fritura malagueña y sorbete de cava (solo 20 euros). 
En estos tiempos tan revueltos no seré yo el que asegure que en Málaga no se pasa hambre, pero sí estoy convencido de que el Chinitas puede ayudar a matarla con holgura.


Restaurante Chinitas
29015 Málaga (zona casco histórico).
Teléfono: 955 54 15 04.
No cierra ningún día. 


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