Rafael Prado abre su propia empresa tostadora e impulsa la cocina en el Café Central





Para que luego digan que los hombres que ya han cumplido los 65 años solo piensan en jubilarse y pasear al perrito. El veterano empresario hostelero Rafael Prado (Málaga, 1954) no solo echa por tierra esa teoría, sino que también la patea cuando ya está en el suelo. Prado acaba de abrir, junto a su hijo Ignacio, una empresa propia de tueste de café y se ha metido a pulmón en el complicado océano de la renovación drástica. 
Propietario en solitario desde el año 2000 del conocidísimo Cafe Central -posiblemente, el mejor situado de la capital malagueña, en las mismas entrañas de la transitada plaza de la Constitución-, Prado ha ido adaptando su negocio poquito a poco, con mucho sufrimiento, mucho esfuerzo y mucha cabeza, especialmente en el transcurso de los últimos quince años. El objetivo es transparente: Que el Café Central no solo sea cafetería. 
Aburrido de ver cómo la gran terraza del Café Central es, acaso, la más demandada de la ciudad en los desayunos y meriendas, pero cuyo interior es poco reconocido en los almuerzos y cenas -y eso que sus azulejos sobre las formas de servir el café en la ciudad ya han salido en televisiones y publicaciones de medio mundo-, este señor inquieto ha reordenado la carta con la clara intención de captar tanto a los turistas como a los residentes y ha consumado finalmente un listado de referencias que alterna con sabiduría los platos típicos con las demandas más usuales de los foráneos. Albondiguillas en salsa de almendras (7 euros la media ración), la aplastante hamburguesa gourmet (11 euros), un excelente gazpachuelo 'cargao' (con gambas, patatas, tacos de rosada y rape y huevo escalfado, 6,5 euros), espaguetis al pesto (6,5 euros), los muy populares huevos rotos (9,5 euros), la carrillada de cerdo con patatitas a lo pobre (10,5 euros), el secreto ibérico con salsa teriyaki (11,5 euros), los pimientos asados con atún (4,5 euros la media ración) o el estupendo volcán malagueño (chaquetes/pez platino, huevo frito y pimiento morrón, 8,5 euros). Y así hasta sobrepasar con holgura los 50 platos, todos ellos muy distintos y enormemente adaptables a los caprichos individuales o de grupo.


El Café Central, abierto en 1920 y que cumple ahora su centenario, es hoy tres veces más grande de lo que fue inicialmente, al ocupar con el tiempo el espacio de los dos extintos locales que lo rodeaban a izquierda y derecha, el Suizo y el Munich. Muy europea la cosa.
Y en ese cosmopolitismo se instaló Rafael Prado nada más quedarse solo al frente del tinglado. «Yo quiero que venga aquí todo el mundo, no solo los malagueños durante la Feria y los forasteros para probar los churros», dice Prado con cierta tristeza. Una nostalgia lógica si analizamos un detalle: La cafetería más renombrada y antigua de Málaga apenas ha recibido el reconocimiento de sus vecinos. Al contrario, han sido varias instituciones hosteleras internacionales las que han galadornado a Prado y su vieja casa.

Nueva empresa cafetera

Rafael Prado insiste siempre en su lema personal («generosidad y riesgo») y, como no podía ser de otra forma, ha fichado a dos 'grandes' para apuntillar su frase íntima de superación. Por un lado, el conocido como 'el Messi de los churros', Antonio León, acaba de incorporarse al Café Central nada más iniciarse la desescalada para elaborar por primera vez dos tipos de productos: churros madrileños y porras (0,5 euros la unidad). Y por otro, el distinguido barista de origen marroquí Rabi Aouam, que recopila premios en campeonatos nacionales y regionales de café como quien colecciona mecheros, se ha puesto al frente de la nueva empresa familiar de tueste de café en verde procedente de las mejores plantaciones del mundo. «No quiero pecar de soberbia, pero creo que hacemos el mejor café de toda la provincia, y de más allá», señala Prado. Pues seguramente será así. 

Café Central
Plaza de la Constitución, numero 11.
Málaga
Teléfono: 952 22 49 72.


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