Casa Colón, la gran ensaladilla rusa del litoral y otros consejos excelentes

De empresario de la noche a empresario de día, de noche y, si se tercia, también de madrugada. Es lo que tiene abrir un establecimiento de estética interior y terraza sombreada tremendamente agradables y cosechar un éxito incontestable desde que este hombre decidió abrir la puerta por primera vez.


David Ordóñez (Fuengirola, 1974) lo tenía muy claro nada más inaugurar su Casa Colón en verano de 2009 en la ahora famosísima plaza de los Chinorros, cuando esa zona era apenas un erial en pleno centro de la localidad de Fuengirola, a un paso de la plaza de la Iglesia -o de la Constitución- pero sometida entonces a un sorprendente olvido (apenas había una farola de luz tenebrosa y oscuras casas de viejos vecinos).
Ordóñez ya venía de responsabilizarse del segundo local de la marca Mahama, un legendario espacio al aire libre que en sus inicios, en los años ochenta, se situaba en la parte más occidental del paseo marítimo fuengiroleño. Debió aprender allí mucho de lo que hoy debe ser la hostelería más efectiva, porque Casa Colón ha conseguido tanta popularidad como aquel Mahama, y además lo ha logrado con una competencia feroz a izquierda, derecha y enfrente de su reconocido negocio (hay días que en esa plaza hay más gente que en la celebración del ascenso del Cádiz).

De cualquier forma, Ordóñez parece que ha dado de lleno con el código secreto de la mejor restauración, incluso en tiempos difíciles como los de ahora, después de basar la esencia más visible de su local en un servicio rápido y de aspecto impecable, en una gastronomía de raciones y medias raciones estupendamente elaboradas y en una barra de madera noble y luminosidad intimista que oferta un buen listado de referencias de vinos y licores. 

Sinceramente es un auténtico placer sentarse fuera o dentro (cuando se pueda) y observar el trasiego de una clientela variopinta de residentes extranjeros, turistas de paso y españoles que no pasarán nunca de largo. Y un dato añadido: La parroquia viene aquí adecuadamente vestida, sin chanclas ni bañadores, sin oler a crema solar, con chaquetas de sport o con pintas de buenos golfistas alojados en buenos hoteles. 

La imprescindible labor de su inquieto director y espontáneo relaciones públicas, Sergio Somosierra, y la necesidad de tratar el mejor producto que demuestra la jefa de cocina de Casa Colón, Mariana Liencres, cierran el triángulo de un staff muy certero, experimentado en cada segmento, de gustos clásicos adaptados a los nuevos hábitos y magníficamente coordinado. Vamos, un equipazo.

Recomendaciones

Casa Colón es esencialmente un lugar donde se come muy bien desde las doce del mediodía a las doce de la noche, y eso tiene mucho mérito. El cansancio lógico no se nota ni en la carta ni en la eficacia del servicio, mientras que la confluencia de forasteros y nacionales es constante, lo que avala esa primera teoría.



Muchos son los platos que han alcanzado una merecida fama en este lugar, como las croquetas de cocido Casa Colón (8 euros la ración), las brochetitas de atún con su toque de lima (10 euros), el crujiente de langostinos con salsas asiáticas (9 euros la media ración) o los fenomenales nems vietnamitas (14 euros la ración), pero llegados a este punto voy a declarar públicamente mi amor incondicional por tres de sus ofertas. La ensaladilla rusa con gambas y ventresca (11 euros la ración) es con toda probabilidad una de las más sabrosas que jamás habrá probado usted, e igualmente es considerada por la inmensa mayoría de sus clientes. 




Cuidado, no les lleve nunca la contraria si pretende evitar discusiones. Los otros dos platos completarían una elección soberbia: Fideos negros con gambas y cocktail de setas (9 euros la media ración) y el tataki de atún rojo con timbal de tomates y aguacate (19 euros). Pídalos en cuanto pueda, aunque es verdad que mis amores no tienen porqué ser los suyos por obligación. Lo mejor es que pruebe usted de todo y se enamore según le dé. Yo soy inocente.


Casa Colón

Plaza de los Chinorros, número 2.
Fuengirola (Málaga).
Teléfono: 629 57 54 17.



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