Es bajito pero grande este Rafael. Hace solo nueve años abrió un restaurante de pescados y mariscos en el casco urbano de Arroyo de la Miel (Benalmádena)'y ahora ya gestiona tres establecimientos en la Costa del Sol, después de tirarse a la piscina con la ropa puesta en Málaga capital (hace año y medio) y Fuengirola (apenas tres meses desde su apertura). Una auténtica machada en una provincia donde los locales marineros se esconden detrás de cualquier esquina. Casa Rafael, sin embargo, es otra cosa muy distinta y no está en ninguna esquina para sablearle al anochecer.
Rafael Díaz (Málaga,1969) se metió en esto de la hostelería prácticamente de rebote en 2002, cuando se casó con una finlandesa que regentaba un negocio (Papa Erig) en el litoral benalmadense dedicado casi exclusivamente a turistas y residentes nórdicos. Allí hizo sus primeros pinitos, pero él quería ser un roble. Y también hablar con los clientes en su lengua materna, todo hay que decirlo.
Se fijó en un local situado en una bocacalle de la céntrica avenida Federico García Lorca, de Arroyo de la Miel, le gustó la distribución diáfana de un espacio largo pero no ancho -«el contacto y las conversaciones amistosas son inevitables en un lugar así; hay muy poca distancia entre la barra y las mesas», dice- y en la primavera de 2013 le puso la puerta al asunto para que cualquier persona la empujara hacia adentro. El éxito fue casi inmediato, siempre a excepción de esos obstáculos que te coloca Hacienda en el camino desde el primer día de tu existencia como autónomo.
La fórmula de Casa Rafael es sencilla, quizá la más sencilla de todas, pero la más complicada de encontrar: precios fenomenales, servicio rápido, productos que incluso llegan coleteando y un ambiente que te hace sonreír nada más entrar, con muchos parroquianos y gentes de otras latitudes en comunión alegre. Y es que a los españoles no nos gusta absolutamente nada el silencio en un restaurante.
La fórmula de Casa Rafael es sencilla, quizá la más sencilla de todas, pero la más complicada de encontrar: precios fenomenales, servicio rápido, productos que incluso llegan coleteando y un ambiente que te hace sonreír nada más entrar, con muchos parroquianos y gentes de otras latitudes en comunión alegre. Y es que a los españoles no nos gusta absolutamente nada el silencio en un restaurante.
El bacalao es aquí una obligación porque está de cine y de Óscar, pero la oferta -larga, muy asequible y de raciones abundantes- garantiza el lleno diario. Estupendos los carabineros a la plancha (9 euros), las gambas de Garrucha (9 euros), los mejillones al vapor (5,90 euros), las almejas salteadas (8,90 euros), los calamares (8,5 euros), los boquerones fritos o al limón (6,90 euros), el pulpo frito (8,90 euros) o los jurelitos a la barca (7,90 euros).
Pero el cuchareo y las sugerencias alternativas afianzan la solidez de un establecimiento pensado para todos, sean nacionales o del mismo centro histórico de Cartagena de Indias: los miércoles ofrece un excelente gazpachuelo (6,5 euros); los viernes, rabo de toro (12,5 euros); los sábados, callos a la malagueña (6 euros), y los domingos, arroz caldoso (6 euros).
Los lunes, los martes y los jueves haga usted lo que dé la gana, pero no deje de venir aquí nunca.
Casa Rafael (Papa Erig)
Calle Andalucía, número 47.
29631 Arroyo de la Miel, Benalmádena.
Teléfono: 622 77 65 66.
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