Son listos estos responsables del restaurante Alea. ¿Para qué mantener un reservado espacioso si podemos abrirlo al público?, pensarían hace algún tiempo Rodrigo Bocanegra y Manuel Medina, los socios de un establecimiento muy popular de Málaga capital que sitúa parte de su estructura sobre los restos de la única panadería árabe que funcionaba en el ya muy cristiano siglo XVII.
La idea aperturista y el peso de la historia han hecho el resto. Medina y Bocanegra sellaron el pasado mes de diciembre una alianza con la Cooperativa Ganadera del Valle de Los Pedroches (Covap) para abrir -justamente donde se elaboraba hace 400 años aquel pan musulmán- una taberna delicatessen de productos derivados del excepcional cerdo de montanera de la serranía cordobesa. El Timbre se llama este nuevo local, pero no para reconocer la utilidad de ese puñetero aparatito que nos despierta de la siesta cuando alguien llama a la puerta, sino como homenaje simbólico a la vieja tahona. Y es que, según todos los documentos bibliográficos e investigaciones posteriores, en aquella panadería se sellaba el producto con marca propia para distinguirlo de todos los demás, aparentemente de mucha peor calidad.
Para completar la oferta de esta nueva taberna, los socios del restaurante Alea también han querido añadir a su apabullante carta algo más de 250 referencias de vino nacionales y extranjeros (Francia, Alemania, California, Argentina o Chile), una extensa variedad de quesos que abarcan prácticamente todas las gamas de cabra y oveja (queso curado puro de oveja ronkan; 12 euros/100 gramos, o queso de cabra payoya semicurado; 11,5 euros, 100 gramos), anchoas, espárragos o escabeches. Por cierto, la eleccion de los aceites también es muy acertada: el multipremiado Finca La Torrre es el producto de cabecera de este local, aunque el también galardonado Castillo de Canena es otro de los que entran en la ambiciosa selección de El Timbre.
Pues ya lo saben. Lo único que hago yo es contárselo.
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