El Charolais de Fuengirola proyecta un hotel boutique de coctelería justo encima del restaurante

Su padre trabajó en la región francesa de Charolais y al hijo le fascinan las carnes, especialmente las de la raza vacuna de esa zona gala, así que el nombre del restaurante estaba cantado. Florentino Morillo (Humilladero, Málaga, 1971), Floren para todos menos para Hacienda, es también más rápido que un gato encerrado en una habitación con cien ratones, aunque sean coloraos, mientras que su inquieta personalidad habla a gritos de un tipo incansable y con mucha vista empresarial que inauguró en junio de 1994 una pequeña bodega/tapería que acumula a estas alturas una docena de recomendaciones de la Michelin y que está considerado uno de los cuatro o cinco sitios imprescindibles de Fuengirola. Mucho mérito si tenemos en cuenta que, al menos para mí, esa población malagueña es la que concentra mayor potencial y mejor perspectiva y diversidad gastronómica de la Costa del Sol.

Con el tiempo, Floren abrió un restaurante anexo a la bodeguita original y le impuso a ese espacio una estética coqueta y luminosa, con vegetación estudiada que le aporta con espontaneidad un evidente aspecto de terraza ajardinada en plena urbe. Pero ahí no acaba la cosa. Metido ya en follones, Morillo parece que no le tiene miedo ni a Godzilla y ahora proyecta levantar justo encima del negocio un hotel boutique especializado en coctelería que contará con entre ocho y diez habitaciones. De entrada ya se ha hecho con el edificio, de tres plantas y bajo, aunque tampoco quiere aventurarse a dar una fecha concreta de apertura. "Pronto pero hay que hacerlo todo muy bien”, dice. Apasionado hasta las trancas del vino y obsesionado con el producto más fresco, una tercera pata de la hostelería -el complicado mundo de los combinados- está ahora al alcance de un hombre que, lo mismo, un día de estos empieza a ofrecer almuerzos y cenas en la canasta de un globo aerostático. Y eso que yo no quiero dar ideas. 

La carta del Charolais (Charolés en franco provenzal) es de sobra conocida por su amplísima lista de clientes fidelizados, con propuestas mediterráneas de temporada y apuntes norteños. No obstante, Florentino se empapó allí y aquí de fórmulas y recetas del País Vasco, trabajó con excelentes chefs de esa comunidad y supo desde el principio que Andalucía y Euskadi, el mar y la montaña, la lluvia y el sol, la seriedad y la alegría tenían que encontrarse de frente para elaborar platos de excelente perfil. Particularmente me pirro por el tartar de aguacate con carabineros salteados en su jugo (21,50 euros), la lasaña de alcachofas (12,50 euros), la pluma ibérica con risotto de patatas y puré de castañas (17 euros), la milhoja de solomillo ibérico con manzana caramelizada y queso de cabra (16,50 euros), el bacalao al pil pil (21 euros) o el magnífico txangurro (21 euros). Elección complicada porque uno no se lo puede comer todo. 

También habría que avisar a los malagueños y foráneos, residan aquí o no, que los responsables del Charolais organizarán del 13 al 19 de junio sus famosísimas Jornadas Gastronómicas, que esta temporada cumplen su novena edición y que pretenden festejar a lo grande un aniversario más de este restaurante (28 años ya) que no solo es un simple lugar para comer, sino una parada forzosa en el óptimo recorrido culinario que ha trazado la propia Fuengirola en un intento exitoso por dejarte con la boca abierta. Eso sí, ciérrala cada vez que mastiques. Dirección. Charolais. Calle Larga, número 14 (a 20 metros de la populosa plaza de Los Chinorros). Fuengirola (Málaga). Teléfono: 952 475 441.

Javier Sánchez/31/mayo/2022


Comentarios