El mítico Los Manueles cumple 53 años convertido en un chiringuito de cristal

Hablarle a Manuel Villafaina de la playa es tan descabellado como preguntarle a Robinson Crusoe si conoce alguna islita tranquila pero con una treintena de caníbales. Con más de medio siglo ejerciendo como jefazo de chiringuitos -después de empaparse de todos los puestos posibles del servicio hostelero- y con una carrera profesional tan dilatada que le llevó el pasado mes de abril a la presidencia de la Federación Andaluza de Empresarios de Playa, Villafaina sabe más del mar que la Sirenita (con permiso de Walt Disney), pero sin dejar de posar jamás los pies en la tierra. 

Durante el confinamiento del pasado año, que parece que ha dejado tarumba a un 25 por ciento más de españoles que ahora se sientan en el sofá cama del psiquiatra, a este setentón irreductible no se le fue la pinza a la hora de meterse hasta el fondo en la reforma integral de su chiringuito, el mítico Los Manueles, en Torremolinos. Y finalmente lo ha dejado como una patena después de 53 años de actividad, muchas anécdotas, un porrón de premios y una carga legendaria que arrastra desde 1968 y que él siempre ha sabido preservar. Una instalación que ahora es puro cristal, excepto los cimientos originales, y que se ha convertido con toda probabilidad en uno de los locales de playa más luminosos de la Costa del Sol: Tres enormes mamparas transparentes que hacen de paredes del negocio y una balconada igualmente acristalada en su totalidad que se asemeja a un mirador desde sus casi siete metros de altura. Allí también se come y se cena, y además con vistas inmejorables a las aguas normalmente tranquilas de esta parte del Mediterráneo. Qué más quieres, Baldomero.

Villafaina, que también ha reformado con muchísima visión del espacio la zona destinada a la cocina y el almacén, a los que se llega por un ascensor que tiene más tránsito que el tren de cercanías cuando no está de huelga, tampoco ha querido nunca igualar su carta con esos otros establecimientos que ofrecen cocina internacional en lugares que se prestan a la gastronomía marinera, y por ahí también ha encontrado una larguísima lista de clientes fieles que van a lo que van sin tener que sacarse antes una cátedra culinaria. Bien definida y fácilmente estructurada, entre la variada relación de opciones de esa carta son tremendamente populares su carpaccio de pulpo con vinagreta de trufa de la pasión (12 euros), una quincena de ofertas de pescaíto frito (entre 7 y 13 euros), los pescados a la plancha, a la sal, al horno o los cocinados a fuego lento (excepcional el bacalao chafaina, el tarantelo de atún o el pescado de escamas en salsa marinera, 15 euros), además de los mariscos y los arroces, con casi una veintena de tipos distintos. No te digo nada pero creo que te lo he contado todo. Dirección. Paseo Marítimo de Torremolinos, número 9 (junto a la rotonda de Playamar). Málaga. Teléfono: 952 374 792.

Javier Sánchez/16/noviembre/2021


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